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Citas, citas erróneas y manipulación: el efecto de las referencias inapropiadas

“Si he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gigantes”. Esta famosa frase, atribuida a Isaac Newton, describe a la perfección la manera en la que avanza la Ciencia. Sólo estudiando y aprehendiendo el estado del arte de nuestra especialidad podemos concebir nuevas ideas y generar nuevas investigaciones. Es por eso que se hace muy necesario no sólo conocer lo que hay, sino reconocerlo: lo ético es atribuirle a cada uno lo  que le corresponde.

La sección de Bibliografía o Referencias en un artículo científico, lejos de ser una nimiedad, es de gran importancia. Tiene dos objetivos: por un lado, sirve para sustentar científicamente una afirmación, lo que repercute en el crédito que recibe el autor. Por otra parte, propone, en caso de que el lector lo precise, una lectura sugerida muy útil para los lectores interesados en profundizar en determinados temas o conceptos.

Organizar adecuadamente las referencias de los trabajos científicos es esencial para demostrar tanto la novedad como la autoría de los autores. Además, es la prueba de que no existe plagio.

Todos los  rankings (clasificaciones) de publicaciones científicas, como el factor de impacto, o el índice h, del que hablaremos más adelante, están relacionados con las citaciones recibidas. En cierta forma, demuestran no solo la cantidad, sino también la calidad del trabajo, por lo que ser referenciado muchas veces es algo deseable para cualquier investigador.

En todos los artículos científicos encontraremos la sección de Referencias. El problema es que, por regla general, no se presta demasiada atención a esta sección y además, no se evalúa; quizá esta sea la causa por la que se cometen más errores, o incluso, injusticias relacionadas con este apartado. A continuación, expongo una serie de problemas asociados con el incorrecto uso de las referencias en los artículos científicos.

Errores en las referencias

Sesgos e incorrecciones en las citas

Existe un término denominado “citation bias” definido como la tendencia de los investigadores a citar con mayor frecuencia aquellos artículos que muestran efectos positivos de una determinada intervención, proceso o técnica, que artículos de calidad similar en los que se demuestra un efecto neutro o negativo. Puesto que se citan más, en la comunidad científica estas ideas son predominantes, dando lugar a “mitos científicos”.

En ocasiones, los investigadores no leemos cuidadosamente los artículos que citamos. Incluso, es posible que a veces malinterpretemos su mensaje. Esto también genera mitos y mensajes erróneos que pueden perpetuarse en la literatura científica. Un ejemplo de ello es este artículo publicado en PLOS One, que explico a continuación.

En este artículo, Letrud y Hernes analizan las citas y las citas erróneas de 3 artículos que critican el “efecto Hawthorne”, un término impreciso pero muy extendido que se refiere al efecto del observador: consiste en la alteración del comportamiento de los sujetos estudiados cuando son conscientes de que son observados. Los autores clasificaron las citas como afirmativo, neutro o negativo, según la postura frente a dicho efecto. Los resultados muestran que algunos investigadores citaron correctamente los artículos críticos como tales (por lo tanto, dando a entender que la teoría es falsa). Sin embargo, cuando la postura era neutra, se daba credibilidad al efecto Hawthorne. En cuanto a las citas afirmativas, aunque se usaron como argumento para evitar el efecto Hawthorne, el lector podía interpretar que la fuente citada afirmaba que el efecto era real.

La conclusión es que, aunque posiblemente el mensaje haya sido comprendido por la mayoría de los lectores, no hay muchas evidencias de ello, ya que los artículos que afirman que el efecto Hawthorne es real, aún son mayoritarios. De esta manera se perpetúa la idea de que el efecto Hawthorne existe, a pesar de los numerosos estudios críticos sobre él.

Falta de precisión/exactitud

Los autores pueden cometer errores al transcribir las referencias. Dependiendo del error del que se trate, esto puede derivar en que se citen artículos que no están relacionados con nuestro tema, por ejemplo, de la misma revista, pero de otro año, o de otro autor. Estos errores pueden dar lugar a referencias de artículos inexistentes, las llamadas “referencias fantasma”, que los investigadores debemos evitar.

Es posible que estos errores se deban simplemente al descuido del autor; sin embargo, en algunas ocasiones puede ser indicativo de una falta de control de calidad por parte de los editores de la revista. Esto me lleva a hablar de las revistas depredadoras (“predatory journals”), en los que esa falta de control es evidente.

Manipulación de las referencias

Revistas depredadoras

Generalmente de acceso abierto, estas revistas se caracterizan por una ausencia de transparencia en la selección y evaluación de los artículos que publica. Esto puede considerarse como fraude científico, ya que no cuentan con un sistema de control de calidad del material que publican, o si lo hacen, no es transparente y genera, por lo tanto, dudas.

Es importante conocer la existencia de este tipo de editoriales. Uno de los indicios más frecuentes es cuando recibimos mensajes tipo spam de una revista, en cuyo caso debemos sospechar, porque es una práctica habitual para captar a los autores. Este tipo de revistas, igualmente se relacionan con problemas asociados a las referencias. No es descabellado pensar que algunos investigadores se aprovechan de estas revistas para incrementar su número de publicaciones; recordemos que el número de artículos es una de las métricas que determinan la relevancia de un investigador.

En este artículo se cuenta el caso de un investigador que presuntamente infló su currículum utilizando esta argucia. De esto modo consiguió más méritos que otros compañeros al solicitar un puesto en una  universidad española. Afortunadamente, se descubrió el fraude y otro opositor consiguió esa plaza.

Auto-referencias excesivas

En relación con la mala praxis en las citas, existe otro tipo de fraude que puede cometerse, como son las auto-referencias excesivas. Ya se ha dicho antes, pero lo reitero, así como existen métricas para evaluar la relevancia de las revistas científicas, también existen métricas para evaluar el impacto de los investigadores a nivel individual. Por ejemplo, debemos conocer el “índice h”, que permite detectar los investigadores más relevantes de una disciplina, con independencia de la calidad de las revistas donde publican. Dado que el número de citas que tiene un autor se considera una evidencia de su importancia en una determinada área, existen autores que se citan a sí mismos de manera exagerada. Este es un claro indicador de falta de ética. Sin embargo, todo hay que ponerlo en contexto. En este punto cabe preguntarse, ¿qué otros artículos existen en la especialidad?

Por otra parte, surge una cuestión muy apropiada. ¿Cuál es el límite considerado como “adecuado” en cuanto a las auto-citas? Hay algunos artículos muy interesantes al respecto, que conviene que revisemos.

Consejos para manejar las referencias

Como hemos visto, es de suma importancia para la calidad de nuestro trabajo que aprendamos a manejar las referencias . En la actualidad existen numerosos programas gratuitos y gestores bibliográficos que facilitan enormemente la tarea de las citas. Programas como Mendeley o Endnote son muy útiles para manejar la bibliografía, mantenerla ordenada e incluirla en nuestros manuscritos.

Adicionalmente, podemos servirnos de guías para citar de manera responsable.

Como hemos visto, el manejo apropiado de las citas es uno de los fundamentos sobre los que debemos cimentar nuestro trabajo. Aportan a nuestra investigación credibilidad y en parte, pueden interpretarse como un factor de calidad. Es por ello que debemos ser cuidadosos y honestos a la hora de manejarlas, tanto las nuestras como las de los demás. En mi opinión, la ética es esencial para no cometer errores, imprudencias ni atropellos: hay que leer muy bien los artículos que referenciamos y citar aquellos que son necesarios –no más, ni tampoco menos -, no excedernos en las auto-citas y ser muy cuidadosos a la hora de escribir las referencias. La calidad de un artículo científico también debería medirse por la validez, el rigor y la autenticidad de su bibliografía.

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